Hace unos días que observo con cierta curiosidad un caracol que se planta cada día en el cristal de mi oficina. Impertubable al paso de los días y de las inclemencias del tiempo desafía las miradas de aquellos que como yo se lo miran cada mañana.
Me pregunto cuál será la expectativa de vida de un caracol, seguramente me llevaría una sorpresa porque suelo asociar animalito pequeño, vida cortita. Wikipedia puede sacarme del error pero casi que me limito a mirarlo esperando algún cambio, digo yo que tendrá que comer y bajar los 6 metros (estoy en una primera planta) que la separan del mundo vegetal. A veces me dan ganas de bajarlo yo misma, pero también pienso que si está ahí es por algo.
Cuando era pequeña cogía cajas de zapatos para agujerearlas y meter dentro caracoles que cazaba y unas hojas de lechuga. Era muy curioso ver como las hojas iban mermando (entre otras cosas porque se deshidratan y no tienen luz) y los bichitos hacían sus intentos por escapar. Eran parte de la vida que se movía paralela a la mía y que me hacía por un momento sentir la responsabilidad del poder, la capacidad de decidir y la ilusión de poseer.
Lleva ya un par de semanas que se limita como mucho a cambiar de panel a la misma altura, siempre agazapado por el frío y por la comodidad que le proporciona su concha. Una sensación de seguridad que algunos también tenemos cuando llegamos a casa.
Me ha gustado mucho tu escrito. Es muy original. Hay tantas cosas que merecen nuestra atención!
A mi tambien me ha encantado tu escrito, y solo puedo decirte …
…
Ya te vale!
Luego dicen de los funcionarios.
Tol dia mirando caracoles…
Y luego querrás cobrar!