Vivir en la cuerda floja de todas las posibilidades

En la cuerda floja

Después del idealismo de Hegel surgieron perspectivas filosóficas opuestas, el idealismo como ya vimos sostenía que la realidad es mental, o que se explica mejor como idea, o que el ser o el Absoluto es la Idea. Una de las nuevas corrientes tras el idealismo es el irracionalismo, donde tienen un papel otras fuentes de conocimiento que no se derivan de la razón o de las ideas. Estas fuentes de conocimiento pueden ser la fe, la intuición o el sentimiento.

En la filosofía hay un sistema llamado irracionalismo metafísico que defiende la falta de sentido de la existencia humana, la cual se ve como un absurdo, y sus filósofos más importantes los tenemos en Schopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche.

La filosofía de Schopenhauer es de un pesimismo radical, además de conocer la filosofía occidental, bebió de fuentes hindús y budistas. La realidad de Schopenhauer es pura irracionalidad, voluntad infinita, y en ella juega un papel fundamental el mal, el dolor. El dolor es una constante en la vida, se trata de una voluntad ciega e irreflexiva, fruto de la escisión de la voluntad infinita, que busca eternamente la totalidad. Como en las cuatro verdades nobles del budismo donde la primera es precisamente el reconocimiento de que la vida es dolor e insatisfacción, esa es la realidad del mal, porque se reconoce que forma parte de la existencia, mientras el placer es algo pasajero y negativo (en el sentido de opuesto a lo real), por lo tanto lo positivo o real es el dolor.

Schopenhauer

El dolor en la existencia es inevitable porque la voluntad individual es insaciable, continuamente desea aquello que no tiene y es imposible satisfacer ese deseo infinito, y eso genera dolor que es temporalmente aliviado durante la satisfacción momentánea de un deseo, pero el deseo siempre vuelve. Eso es la segunda verdad noble del budismo, como he dicho la primera es reconocer que el dolor o el sufrimiento existe, la segunda es que el origen del dolor es el deseo. El papel que juega la razón en un mundo así, carente de sentido y lleno de dolor, es el de justificar los deseos, de racionalizarlos.

La receta de Schopenhauer ante esta existencia es similar también a lo que se propone en ciertas filosofías o religiones orientales como el hinduismo. En el hinduismo y el budismo la ley del Karma determina las consecuencias que tienen nuestras acciones, son los condicionamientos derivados de las acciones (no sólo físicas). Es también llamada ley de retribución o de causa y efecto. El karma lleva a reencarnarse constantemente, en un ciclo de nacimientos y muertes llamado samsara, caracterizado por el dolor y el sufrimiento. Para salir del condicionamiento del Karma hay que realizar prácticas espirituales y el control sobre las acciones, las palabras y los pensamientos, eliminando el deseo, hasta finalmente desmontar el velo de maya y descubrir la ilusión del ego. Schopenhauer también cree que el camino de la libertad, del incondicionamiento, de la ausencia de sufrimiento, llega a partir de la anulación de la voluntad individual, es decir de la voluntad del ego mediante el ascetismo, la anulación del deseo, y la compasión.

Kierkegaard también se contrapuso a Hegel, defendiendo que la realidad no está predeterminada, no está totalmente actualizada, sino que es el reino de lo posible, no hay nada necesario. Esto puede parecer que lleve a la liberación del hombre, pero la posibilidad tiene un carácter paralizante porque lo posible puede ser o no, y así el hombre tiene una libertad finita y limitada que le lleva a la angustia porque tiene un sentimiento de incertidumbre al desconocer lo que se va a materializar y lo que no. La angustia es distinta al sufrimiento, el sufrimiento se deriva de algo que está sucediendo aquí y ahora, pero la angustia aparece tras pensar en lo que puede o no acontecer en el futuro.

Kierkegaard

A través de la angustia se incorpora lo universal al individuo. Lo universal son todas las infinitas posibilidades que se pueden materializar que para el hombre se incorporan como angustia dado que desconoce cuál de estas posibilidades va a materializarse en cada acción que realice. La angustia es ni más ni menos que la expresión, la manifestación, de lo universal en el hombre, con la angustia se asume la categoría de lo posible, que es infinitud y omnipotencia.

La angustia se supera cuando se vive la muerte del yo, del sentimiento de posibilidad, que es aquel que quiere la seguridad y la certeza, cuando se trascienden los mecanismos de defensa que se dan para evitar la angustia y entonces el hombre se refugia en Dios mediante la fe que le da confianza.

Finalmente llegamos a Nietzsche que para mí es uno de los filósofos más interesantes, desgraciadamente sus ideas fueron mal utilizadas y malinterpretadas para justificar el nazismo. Nietzsche estaba de acuerdo con Schopenhauer que la existencia es dolor pero no así con su método para trascenderlo, para Nietzsche lo que proponía Schopenhauer era una renuncia a la vida y proponía en contraposición tomar la vida tal como viene, tal como es, aceptando la irracionalidad y sustituyendo la razón por la pasión. Para Nietzsche la moralidad de religiones, como el cristianismo, no tienen ningún sentido porque llevan a la renuncia de la vida, en sí mismas son la verdadera inmoralidad porque niegan al mundo. En esta vida llena de dolor no se deben admitir calmantes porque llevan al aturdimiento que impide gozar de la dimensión trágica y magnífica de la existencia.

Nietzsche

La alternativa al criterio ético de la moralidad cristiana, es el criterio estético, del arte. La dimensión que alcanza el criterio estético es una dimensión centrada en la voluntad de vivir, vivir la vida siendo el protagonista de la misma y con conciencia de la energía, de la fuerza y vitalidad, transformando aquellos sucesos que para el hombre son terribles en experiencias sublimes. Experimentar la tragedia convierte el dolor en una experiencia extraordinaria que lleva a una catarsis, a una purificación.

La forma de vida que propone Nietzsche está basada en la aceptación de lo que ocurre con amor, haciendo tuyo todo suceso, y convirtiendo la historia personal en algo voluntariamente vivido, sin arrepentirte de nada, actuando sin miedo a la incertidumbre y sin justificaciones. Si no eres capaz de vivir esta perspectiva es como si estuvieras muerto, vives con miedo, paralizado, intentando permanecer siempre seguro de tus decisiones, de tus acciones, huyendo de cualquier cosa que pueda resultar una amenaza, huyendo de la vida que en sí misma es una gran amenaza para cualquier hombre condenado por el miedo. Vivir es sentir el miedo, afrontar la inseguridad, la incertidumbre y estar preparado para cualquier cosa, querer todo lo que ocurre, porque cualquier acontecimiento por muy terrible que sea es una oportunidad más para sentir la vida corriendo por tus venas, para llegar a ser lo que eres, viviendo el peligro, viviendo lo grandioso de la existencia.

Este viaje de superación del hombre nos lleva al superhombre. El superhombre vive más allá de las leyes, más allá del bien y del mal, se trata de un ser trans-social que sustituye el deseo de certeza y seguridad por el amor, amando todo sin escoger nada determinado por encima de lo demás, queriendo para una mismo todo lo que ocurre sin excepción, sin limitarte a nada y sin esforzarte en buscar la certeza y la seguridad, convirtiendo una existencia pequeña, una existencia ridícula, una existencia cobarde, en una vida que merece ser vivida porque es enorme y bella, llena de continuas posibilidades que se materializan y te desbordan, viviendo sin depender de lo que vaya a suceder, con amor todo lo que ocurre, haciendo tuyo lo que ocurre, viviendo en la cuerda floja de todas las posibilidades. El superhombre vive sus experiencias sintiéndose protagonista de ellas, las vive desde lo más profundo de su ser, siendo consciente de ellas, y eso le lleva a un crecimiento continuo de su yo-experiencia, le lleva a una plenitud existencial, a ser lo que ya es.

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