¿Acaso no voy a ser más yo?

Hace tiempo que quería que el pequeño David viera Forrest Gump y hoy ha llegado ese momento. Se trata de una película llena de mensajes y momentos importantes de la segunda mitad del siglo XX en la historia de los Estados Unidos, cuyo éxito parece que sorprendió al mismísimo Tom Hanks. Es una película divertida y entretenida para los niños, emotiva y con multitud de escenas que hacen reflexionar a cualquiera. Forrest Gump es un personaje curioso, más allá de la fácil etiqueta de retrasado y simplón, vemos a un ser humano especial ajeno a nuestro mundo de preocupaciones y justificaciones, lleno de ilusión en todo aquello que hace, sin temer al fracaso, sin perseguir el éxito, inmerso en la vida, fluyendo por ella, forjándose un futuro por el simple motivo de la apetencia, como un cuarto maestro de la sospecha que no echa mano a la razón para justificar porque hace lo que hace cuando sencillamente se trata de una pulsión más profunda. Cuando corre sin descanso durante años, todo el mundo le pregunta cuál es el motivo, nadie podía creer que alguien corriera tanto sin una razón particular, simplemente porque tenía ganas. Mientras estamos inmersos en el personaje buscamos una razón para todo lo que hacemos, nos parece insoportable hacer algo por el mero hecho de hacerlo, es como no hacer nada – como perder el tiempo – sino va acompañado de un motivo que lo justifique.

Forrest Gump

Forrest Gump podría tratarse de un antihéroe, el típico personaje que se guía por sus propios valores, opuestos a los aceptados por la sociedad o sencillamente más auténticos, pero un antihéroe normalmente es un ser fracasado, lamentable, torpe, y en Gump esto no se da en un sentido estricto, su grandeza es precisamente esa simplicidad que le hace alcanzar, sin buscarlo, objetivos soñados por la mayoría de seres humanos, sin ser consciente de estar siendo protagonista de momentos clave de la historia. De alguna forma nos dice que cualquiera puede conseguir lo que se proponga si se esfuerza lo suficiente, sin importarle el resultado, simplemente haciendo suyo lo que ocurre, viviendo el momento como un maestro zen, espontaneo y centrado.

Lo que hace más grande a Forrest Gump es su capacidad de amar, sin utilizar a las personas como un medio para conseguir sus fines, simplemente tratando a las personas como un fin en si mismas. Recuerdo la escena cuando F.Gump va en su barco y ve que el Teniente Dan le observa desde el muelle, y se lanza entusiasmado al agua a encontrarse con su amigo, sin importarle que el barco navegue a la deriva, esta escena tan exagerada y absurda posee la esencia de la amistad por encima de todo lo material, al igual que otras, como por ejemplo cuando se adentra en la selva vietnamita a salvar a sus compañeros sin importarle su propia vida o las innumerables veces que se reencuentra con Jenny – una fantástica Robin Wright Penn – o cuando Forrest le da a la madre de Bubba la parte de los beneficios del negocio de pesca que le corresponde a su hijo muerto.

Forrest Gump podría parecer que estaba fuera de juego, viviendo en un absurdo, que no tenía sentido nada de lo que hacía, pero precisamente su alrededor – el mundo – si que vivía en un sinsentido: guerras (Vietnam), asesinatos de presidentes (Kennedy) y personajes populares (John Lennon), racismo (Ku Klux Klan), corrupción (Watergate), etc. Por eso su madre le puso Forrest, en memoria de un antiguo fundador del Ku Klux Klan, para que recordase toda la vida que: “a veces hacemos cosas que simplemente no tienen sentido”.

Hay diálogos que rozan lo espiritual, más allá de las repetidas y conocidas frases “la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar” o “tonto es el que hace tonterías” existen otras que no deberían pasarnos desapercibidas, como por ejemplo:

Jenny: Alguna vez soñaste, Forrest…
…acerca de lo que quieres ser?
Forrest: ¿Quién voy a ser?
Jenny: Si.
Forrest: ¿Acaso no voy a ser más yo?
Jenny: Siempre serás tu,…
…solo otro tipo de tu.

Para un ser más cercano a lo sutil que a lo superficial, más próximo a lo universal que a lo concreto, es normal no tener dudas de ser completo, porque es absurdo que sea de otra manera, como decía Parménides “el ser es y no puede no ser”. La mayoría de nosotros soñamos con completarnos en el futuro, en ser otro yo más perfecto, más aceptable para la sociedad, un yo ideal que aspiramos a ser. Un ser realizado es y trata a los demás como si ya fueran, por su esencia, como los adultos aman a un bebé por lo que es y no por lo que le exigen que sea, pero dura tan poco este reconocimiento incondicional, cuando el bebé deja de ser bebé está perdido, a no ser que…

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