La revolución integral, escuela de oratoria

La etimología de la palabra “infancia” nos lleva al latín y al Imperio Romano. Infancia viene de “infantia”, que significa “el que no habla”, pero no en el sentido de estar incapacitado para el habla, sino en el sentido de no poder expresarse en público, ya que el verbo "farí" se refiere a la capacidad de expresarse en público, mientras “loqui” se refiere a la capacidad de emitir un habla articulada o “dicere” a la capacidad indicativa del lenguaje.

Durante el Imperio Romano, la infantia era el periodo desde el nacimiento hasta los siete años, periodo que se acababa cuando el niño empieza a acudir al ludus o escuela de primeras letras. De los siete a los diecisiete años el chico es llamado puer, mientras que la chica es llamada puella hasta que contrae matrimonio. Puer significa niño grande o inmaduro, apelativo genérico que recibían también los esclavos romanos durante toda su vida, de ahí viene la palabra pueril por ejemplo. Esta palabra procede de la raíz indoeuropea “pou” que significa pequeño o escaso. La particularidad del esclavo romano es su condición cosificada, visto como res (cosa) o instrumentum vocale, un instrumento que emite palabras pero sin poder de decisión sobre sí mismo. El esclavo era considerado inferior, al igual que lo eran los niños y la mujer casada que estaban sujetos a la voluntad (patria potestas) del pater familias o ciudadano independiente. El páter familias tenía vitae necisque potestas, es decir el poder de vida o muerte sobre sus hijos, su esposa, y sus esclavos. Los varones con una edad comprendida entre los 18 y los 29 años eran llamados “adulescens” que viene del verbo “adolescere” y que en latín asume dos significados, tanto “estar en proceso de crecimiento” como “estar falto de algo”. En el sistema republicano romano clásico nadie puede ocupar un cargo político antes de los treinta años.

El ciudadano romano era un varón libre que poseía derechos que se atribuía al estatus de ciudadano. Tenía derechos para intervenir en la vida pública como el Ius suffragii y el Ius honorum, mientras a mujeres y esclavos se les había incapacitado legalmente para ello. El Ius suffragii daba el derecho de voto en las asambleas romanas, tanto para sancionar leyes como para elegir magistrado, mientras que el Ius honorum era el derecho a postularse en las asambleas y ser electo. El resto de los habitantes eran gobernados como menores de edad, como esos “infantes” que no tenían la capacidad de expresarse en público, o como esos “pueri” y “puellae” que eran considerado/as pequeño/as o escaso/as en sus capacidades esenciales para intervenir en los asuntos trascendentales, o como esos “adul?scent?s” que igualmente estaban faltos de habilidades públicas como para poder ocupar un cargo político.

Hoy día, el sistema de gobierno que se da en la mayoría de países es el parlamentarista, basado en el antiguo sistema de las ciudades-estado griegas donde todos los ciudadanos (varones libres) participaban en las asambleas, que al igual que en el Senado y en los comicios romanos no era un privilegio de los esclavos y mujeres. El parlamentarismo viene etimológicamente de “parler” (hablar en francés) y se refiere al sistema donde los presuntos representantes de un pueblo tratan mediante el don de la palabra los asuntos públicos en asamblea. En Roma, eran los esclavos y mujeres los que no podían intervenir en las asambleas por ser considerados incapaces, pero en la actualidad la proporción y separación entre los que manejan la palabra y los que se ocupan de las cosas se mantiene o quizás se ha acrecentado, siendo para personalidades como Simone Weil la principal causa de opresión1. Ahora a la gente común se nos llama ciudadanos, pero lo somos según el vocabulario B de la neo-lengua orwelliana, esas palabras construidas para dirigir y controlar el pensamiento del que habla, como el negroblanco2. Seguimos siendo considerados menores de edad, sin empoderamiento para intervenir en las decisiones de la vida pública con nuestra capacidad del lenguaje, como expresión de la inteligencia que somos.

En una futura Revolución Integral donde los pueblos se gobiernen en una gran red de asambleas populares omnisoberanas, la autoconstrucción del sujeto, la actualización de sus capacidades esenciales, será decisiva y en particular, recuperar el dominio del lenguaje3, como una de las causas del dominio actual de una élite que se ha apoderado del turno de palabra y que no tiene ninguna intención de cederlo.

1 “la separación creciente a lo largo de la historia entre la actividad manual y la actividad intelectual ha sido la causa de la relación de dominio y poder que ejercen los que manejan la palabra sobre los que se ocupan de las cosas” (Simone Weil)

2 “la ortodoxia en su más completo sentido exige un control sobre nuestros procesos mentales, un autodominio tan completo como el de un contorsionista sobre su cuerpo. La sociedad oceánica se apoya en definitiva sobre la creencia de que el Gran Hermano es omnipotente y de que el Partido es infalible. Pero como en realidad el Gran Hermano no es omnipotente y el Partido no es infalible, se requiere una incesante flexibilidad para enfrentarse con los hechos. La palabra clave de todo esto es negroblanco. Como tantas palabras neolingüísticas, ésta tiene dos significados contradictorios. Aplicada a un contrario, significa la costumbre de asegurar descaradamente que lo negro es blanco en contradicción con la realidad de los hechos. Aplicada a un miembro del Partido significa la buena y leal voluntad de afirmar que lo negro es blanco cuando la disciplina del Partido lo exija. Pero también se designa con esa palabra la facultad de creer que lo negro es blanco, más aún, de saber que lo negro es blanco y olvidar que alguna vez se creyó lo contrario. Esto exige una continua alteración del pasado, posible gracias al sistema de pensamiento que abarca todo lo demás y que se conoce con el nombre de doblepensar.” (1984 – George Orwell)

3 “estamos perdiendo el lenguaje, ya somos casi unos brutos que tras 20 años de estudiar gramática en la escuela, no sabemos expresarnos, y la causa sustantiva es la falta de libertad política, el concejo abierto era una escuela de oratoria, mientras que hoy el sistema parlamentario convierte al sujeto medio en espectador, en ente mudo a perpetuidad” (Felix Rodrigo Mora)

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