Vestigios pictóricos del pasado rural

El pintor Julien Dupré fue reconocido en el siglo XIX por sus representaciones de la mujer rural francesa. Las obras de Dupré son inusuales en varios aspectos. Muestran un lugar y un tiempo donde todavía no existía claramente distinción entre hogar y trabajo: el mundo rural; a pesar del código civil napoleónico que ya influyó en la vida urbana para crear el papel de ama de casa confinada entre cuatro paredes. El código civil napoleónico, luego copiado por los españoles, es la herencia del derecho romano y el patriarcado que tanto gusta al poder y que fue recuperado por el absolutismo y después por el liberalismo. El mundo rural, perdido en el tiempo, seguía su propio derecho consuetudinario, de usos y costumbres, donde en su construcción intervenía toda la comunidad en asamblea.

Aquí vemos mujeres trabajando enérgicamente al aire libre agitando el heno con horcas y rastrillos, en algunas escenas junto a sus iguales varones. Algunas de estas pinturas fueron vagamente tituladas con un motivo genérico o erróneo, como “campo de trigo,” pero todas tienen, evidentemente, la intención de representar la mujer rural, vivaz, capaz, inteligente y hermosa, en ropa colorida mientras arroja el heno con energía. Vistos sus cuadros en fila, se pueden leer casi como fotogramas de una película documental.

Galería Obra Julien Dupré

Este es mi homenaje a nuestros antepasados, que fueron de las clases populares. Los notables y poderosos me la traen al pairo, bastante nos enseñan la historia de sus vidas y tan poco la del pueblo. Se ha volcado mucho menosprecio a lo rural y pretendida superioridad desde la élite intelectual y desde algunos alucinados que deben creerse de un pasado noble con derecho a escupir en la cara de las gentes frugales, autosuficientes y dignas de respeto del pasado y del presente.

Para los escupidores intelectuales el pueblo es un impedimento que había que domesticar o destruir. Según ellos es un mal a combatir que impide principalmente el progreso económico y por lo tanto en esencia es conservador. Pero si lo miramos detenidamente lo más natural del mundo es que nuestros antepasados rurales del XIX (más del 90% de la población) defendieran el comunal y las solidaridades rurales de ayuda mutua frente a los intereses privatizadores y estatizadores de las desamortizaciones, porque era su medio de subsistencia y su independencia como grupo frente al poder. ¿Qué tiene de malo luchar por conservar sus formas de vida?. ¿Qué derecho tenían los otros a arrancarlos de sus raíces?. ¿Razón de Estado, luces ilustradas o simplemente ansias de más poder?. ¿También es malo un indígena que combate a las corporaciones y a los cuerpos de seguridad del Estado cuando se apropian de su sustento para sobreexplotarlo?. Tras las expropiaciones los intelectualoides sin experiencia práctica se inventaron la absurda idea de que había que pasar por el capitalismo para llevar el paraíso a la Tierra, que vendría después, así pretendieron que las clases populares vieran su paso forzado a proletarios como un bien y el resultado lo vemos hoy tras doscientos años de capitalismo expoliador del planeta y sus gentes y experimentos de paraísos totalitarios que se han desmoronado.

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