Perdedores y ganadores

Guardias de asalto y guardia civil posando con algunos sospechosos de haber participado en la sublevación de Casas Viejas (1933)

Guardias de asalto y guardia civil posando con algunos sospechosos de haber participado en la sublevación de Casas Viejas (1933)

Un artículo de Félix Rodrigo Mora publicado en mi perfil de una red social ha recibido un comentario que merece una respuesta en mi blog. El artículo es el siguiente: La Ética y la Revolución

Y el comentario dice así:

"Es muy posible que no estemos preparados….pero hay otro hecho que creo hay que mencionar…la lucha contra el fascismo en España fracasó, los que lucharon y no murieron no pudieron volver ni se les reconoció su merito…entonces ¿arrastramos en el subconsciente la derrota? es este antecedente culpable de la apatía social? ¿ se están cociendo cosas que no tenga que ver con pegar tiros?" (Richi)

Mi respuesta:

Hola Richi, tienes razón que desde un punto de vista militar un bando perdió y otro ganó, pero la lucha contra el fascismo en la península ibérica es un momento de la historia que nos ha llegado distorsionado porque ha convenido. En la península ibérica (incluyo a Portugal y su dictadura de 1932-1974) el fascismo no fue un capricho de unos militares, sino que fue la opción que le quedaba al poder ante la imposibilidad de someter a su población al ideario capitalista. Desde la primera revolución liberal en España de 1820, que intenta imponer el modelo capitalista para seguir la estela de Francia e Inglaterra, la élite se encuentra con la oposición permanente del pueblo,  fueron muchos los conflictos, se puede decir que el siglo XIX fue una guerra civil entre los que defendían el capitalismo y todo lo que ello conlleva – empezando por la propiedad privada absoluta de los medios de producción – y las comunidades campesinas (el 90% de la población a principios del siglo XIX) que defendían el modelo comunal de los medios de producción en un régimen de subsistencia y no de acumulación como el capitalista. El gran número de cambios en la organización política estatal desde 1820 hasta 1936 da una idea de las dificultades que se encontró el poder para poder imponer el par Estado-Capital. Durante la II República (1931-1939) – que aunque ahora se intente mentir descaradamente no gobernó para el pueblo  – ya se estaba fraguando la revolución social, los conflictos eran continuos, muchos fueron los pueblos que se sublevaron ante las decisiones estatales, por ejemplo los sucesos de Casas Viejas de 1933, y otros intentaron ir más allá, como la revolución asturiana de 1934 que acabó en un baño de sangre entrando el ejército en Mieres ondeando la bandera republicana y matando a más de 3.000 personas. 

La toma de conciencia del pueblo en la revolución social se inició a partir de mediados del siglo XIX y se debió principalmente a los ateneos y escuelas racionalistas que se fueron implantando al margen del aparato estatal. Era muy común que el asalariado cuando salía de trabajar fuera a formarse al ateneo. La diferencia respecto a hoy es abismal, como dice Heleno Saña, hoy básicamente existen dos tipos de embrutecimiento: el trabajo asalariado y los medios de entretenimiento – una vez concluido el trabajo – al servicio del capitalismo. Después del triunfo en las elecciones de febrero de 1936 del Frente Popular – último recurso de conciliación de clases llevado a cabo por los contra-revolucionarios del PSOE y el PCE al servicio de los burgueses republicanos – en el congreso confederal de la CNT en Zaragoza de mayo del 1936 ya se hablaba de la colectivización de las fábricas. Al poder económico ante la inminencia de una revolución social sólo le quedaba la carta del golpe de Estado. 

Franco esperaba un paseo triunfal, sus previsiones eran el control absoluto de la situación en menos de tres meses, pero la oposición del pueblo duró tres años, y para doblegarlo no fue suficiente con el ejército franquista, se necesitó la ayuda militar de Italia y Alemania, así como la inacción de países como Francia e Inglaterra, que probablemente hubieran intervenido contra las clases populares ibéricas si sus intereses estratégicos en la península hubieran sido intervenidos por el pueblo. En “Homenaje a Catalunya” de George Orwell, el autor – testimonio directo de lo ocurrido en Barcelona – habla de destructores británicos cerca del puerto de Barcelona, dice: “Un crucero y dos destructores británicos se habían acercado al pueblo y, sin duda, no muy lejos había otros barcos de guerra. Los periódicos ingleses anunciaban que esos barcos se dirigían a Barcelona «para proteger los intereses británicos»; pero, en realidad, no tomaron ninguna medida tendente a ese propósito, no bajó a tierra ningún hombre ni subió a bordo ningún refugiado. No se puede saber con certeza, pero es al menos bastante probable que el gobierno británico, que no había movido un dedo para defender al gobierno español contra Franco, interviniera con bastante rapidez para salvarlo de su propia clase obrera.”. Por último Franco contó con otros aliados, los contra-revolucionarios izquierdistas del frente popular que con la ayuda soviética  (Stalin era partidario de la imposición del parlamentarismo burgués en España y así se lo hace saber a Largo Caballero en una famosa carta), se dedicaron a aplastar a los partidarios de las colectivizaciones (POUM y CNT) que eran mayoría en Catalunya. Fue otra guerra civil dentro del bando que se suponía antifascista. 

Lo que vino después, el periodo más largo desde 1820 de un mismo sistema de gobierno en España, fue necesario para limpiar la conciencia revolucionaria del pueblo e imponer de una vez por todas el sistema capitalista, mediante tres estrategias simultaneas: la opresión estatal, la destrucción de las relaciones horizontales de ayuda mutua (lo que daba conciencia de pueblo) y el envilecimiento de las mentes. Para lo primero estuvo el creciente aparato policial y militar, judicial y penitenciario. Para lo segundo estuvo la creación del Estado del bienestar que sustituía las relaciones horizontales (persona-pueblo) por las verticales (persona-Estado). Se llama Estado del bienestar al periodo postfranquista, pero no hay que olvidar que fue el franquismo quien creó el régimen de Seguridad Social en 1963 y que los precursores del Estado de bienestar fueron los alemanes, primero el canciller Bismarck durante su gobierno y luego los nazis. Bismarck fue el precursor porque  para frenar al movimiento obrero alemán, lo ilegalizó en octubre de 1878 al tiempo que intentaba atraerse a los trabajadores con la legislación social más avanzada del momento. Por último para lo tercero se creó la industria del entretenimiento y el espectáculo, lo que Guy Debord denominó la Sociedad del Espectáculo, así como los grandes medios de comunicación y el sistema educativo al servicio del adoctrinamiento a los antivalores que el sistema requería.

La etapa posfranquista, que llamamos Estado del bienestar, fue un perfeccionamiento del sistema y se basó principalmente en las técnicas que ya había anunciado Aldous Huxley en “Un mundo feliz”, embrutecer a las masas mediante el hedonismo como el ideal más alto que la sociedad puede alcanzar y la idea epicúrea de que hay que huir del sufrimiento como si no formara parte de la naturaleza humana, a la vez que se impedía que se despertara a la reconstrucción de las relaciones horizontales. Con ello se aseguran un sujeto débil aburguesado que no es un problema para el poder, ya que un contrapoder exige conciencia de clase y estar preparado para el esfuerzo y el sacrificio, algo para lo que actualmente la mayoría de la sociedad no está dispuesta. Ahora, cuando el sujeto está ya empequeñecido y la conciencia de pueblo ha desaparecido, el poder puede dedicar menos esfuerzo a mantener la estructura de Estado del bienestar que le sirvió un tiempo para sus propósitos y continuar con su camino hacia el poder total mediante la creación de estructuras globales o supranacionales de sometimiento, así como la internacionalización de la economía, que es lo que llaman la Globalización a partir de la década de los 90 en el pasado siglo XX y que ahora llaman NWO (New World Order).

Retomando tu comentario, ante esta larga exposición, no fue la lucha contra el fascismo la que movilizó a las masas, sino que fue la conciencia revolucionaria del pueblo la que movilizó al poder para manifestarse como fascismo. Alguien dijo que el poder cuando no le queda otra opción usa el fascismo, que es lo mismo que el militarismo, gobierno dirigido por militares o gobierno por la fuerza bruta. Es un triunfo para la sociedad popular de aquella época que el poder se viera obligado a utilizar su último recurso, aquello tiene la lectura de que el pueblo era un verdadero contrapoder y no fue fruto de la casualidad, sino de la movilización consciente durante décadas de muchas personas. Que aquella gente que murió no se les reconociera su mérito sólo responde al aparato de propaganda que se impuso después, siempre es el poder el que escribe la historia oficial. Nos queda, a los que no estamos dispuestos a aceptar esa historia oficial, el reconocimiento al mérito de aquella gente que con heroísmo dio incluso su vida por unos ideales de emancipación de la mayoría y que tuvo la osadía de enfrentarse a un poder a escala planetaria, no sólo franquista. La apatía social no es fruto de esa derrota, sino que nosotros somos fruto del sistema y nos ha hecho a imagen y semejanza del sujeto que esperaba. Pero hay esperanza, como tu bien dices se están cociendo cosas que no tienen que ver con pegar tiros, hay movimientos sociales todavía muy minoritarios que están entendiendo el proceso que nos ha llevado hasta aquí y que trabajan por un cambio de modelo, como por ejemplo el movimiento de cooperativas integrales y la idea de revolución integral que supera a las propias cooperativas integrales. Sin embargo ten por seguro que si algún día representan un peligro para la estabilidad del sistema, el sistema no dudará en retornar al gobierno de la fuerza bruta si es necesario.

Ya tendremos tiempo de hablar sobre ello, aunque tu conciencia no se puede circunscribir a la media de la sociedad, por lo menos a mi me has demostrado que eres un ser humano con unos valores y una valentía que ya quisiéramos que se dieran mayoritariamente en este mundo. Símbolo de que el poder no ha acabado de destruir el alma humana, símbolo de esperanza.

Un abrazo sobrino

2 comentarios sobre “Perdedores y ganadores”

  1. Ostras nen!
    Me quedo en estado de shock….
    Esta parte de la historia no la sabía.
    Conspiracion europea para la instauración del capitalismo en españa…
    Era una lucha perdida de antemano…logicamente con la prespectiba del tiempo…
    Pero ahora que el capitalismo nos ha dado herra
    mientas y tecnología, deberiamis retomar esa intención de autosuficiencia…
    Muchas gracias david por tu labor didactica, es muy importante lo que haces,
    un abrazo majo…menuda sobremesa!

  2. Hola Richi. Más que una conspiración es lo esperable cuando varios Estados tienen intereses estratégicos en otro país o pretenden sacar réditos de su participación en un bando. Por un lado Alemania, Italia y la URSS no lo hicieron gratis, en concreto la URSS jugó a dos bandas, se llevó 510 toneladas de oro en monedas, correspondientes al 72,6% de las reservas de oro del Banco de España y se aseguró que no prosperara la revolución, ya que tenía acuerdos comerciales con países como Francia. Los franceses no hubieran aceptado una revolución en España, al igual que Inglaterra, que por aquel entonces ya poseían empresas implantadas en la península ibérica y no estaban dispuestos a que fueran colectivizadas, de ahí los destructores británicos y otros barcos. Es decir, si un Estado espera que otros Estados le protejan de su propio pueblo sólo tiene que repartir el pastel nacional con ellos, dejar que se implanten empresas extranjeras en su territorio. A eso hay que añadir que el control del Mediterráneo pasa por el control del estrecho de Gibraltar, que en la actualidad se lo reparten entre ingleses (el peñón de Gibraltar) y estadounidenses (base de Rota).

    Un abrazo.

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