La sociedad libre significó para Simone Weil un ideal del cual sería posible alcanzar una aproximación real. Abolir la opresión, en efecto, transformando las condiciones materiales de la existencia humana: provocando un cambio en la concepción misma del trabajo que caracteriza a la civilización industrial. Construir un régimen social que se acercara a este ideal supondría, pues, modificaciones no sólo en el ámbito de la producción, sino también a nivel cultural, principalmente en lo que se refiere a la separación existente entre trabajo manual y trabajo intelectual.
La causa de la opresión es la separación entre los que piensan y los que hacen, entre los que dirigen y los que obedecen, entre los que tienen el control de los medios de producción y los que reciben un salario, entre los que presuntamente administran los recursos «públicos» y los que pagan los impuestos, etc.
Si alguien tiene el poder omnímodo de dar, tienen también el poder omnímodo de quitar o de dejar de dar.
Ante la servil frase, cómplice de la degradación humana: «Seguid robando! pero dadnos trabajo», sería más liberador y autoconstructor de lo humano un «Quitaros de en medio. Vamos a construir un mundo nuevo sin separación entre los que deciden y los que hacen».