Recuerdo un detalle de mi infancia que todavía no he conseguido entender, resulta que en mi casa el pan era un bien muy preciado para mis padres (como en muchos hogares, supongo) y cada mañana había el ritual simultáneo a muchos vecinos de comprar la tan ansiada barra francesa. Yo la traía caliente y me resistía a comer un trocito por el camino porque a mi madre no le gustaba ese detalle. Platos en la mesa, comida trabajada, vino con gaseosa , una telenovela en TVE y el tan apreciado pan, que sorpresivamente no era el que yo había traído sino el resto sobrante del día anterior. Mi cara entonces se transformaba en un verdadero poema al entender que por esa dinámica, nunca comeríamos el pan de día o en todo caso lo dejaríamos para la cena, momento en el que había perdido ese aroma a harina caliente. Eran de esos pequeños detalles que parecían no tener importancia pero que han perdurado en mis recuerdos.
Tampoco me olvido de mi primer beso (que no con lengua)…qué debía tener…, 10…12 años?, es posible, fue todo un acontecimiento y me viene a la memoria cuando Toni, ese niño que me gustaba porque era el más chuleta de la clase, perdió en el juego de Beso, Atrevido, Verdad!!. Alguien me señaló para que cumpliera su cometido y le “invitó” a besarme en los labios. No puedo mentir y decir que sentí algo porque además, tengo la teoría de que a esas edades tenemos más desarrollado el tema sexual que el romántico , y como hasta la fecha es muy difícil sentir un orgasmo con un pico pre-adolescente tengo que quedarme como que fue sumamente curioso. De todas maneras también debo que decir que al llegar a casa me sentí como si hubiera hecho algo malo, y como mi padre de pequeña me había dicho que podía leerme los pensamientos, me fui corriendo a mi habitación no fuera que detectara lo que había pasado. Suerte que a esa edad ya sabía que una mujer no se queda embarazada por un beso. Seguir leyendo El primer beso