El río de la vida

Recuerdo con especial cariño los domingos que pasábamos en el campo cuando era pequeña. Era una reunión de amigos, un encuentro donde compartir entre unas y otras familias, los alimentos que cada uno llevaba. Eran días de sol, de olor a humo y a pan tostado en el fuego. Terminábamos agotados, especialmente los niños que dejábamos nuestras fuerzas en algún lugar de aquellos árboles.

Hoy hemos repetido esa experiencia y para mí ha sido tan gratificante como hace 25 años, sobre todo porque he podido enseñar a mi hijo lo que se disfruta mirando un río, caminando por entre rocas y respirando esos olores a carne a la brasa que hemos hecho.

Rio de la vida

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